Carta 7

Posted febrero 11, 2022

Mi buen Padre,

No tuve el privilegio de conocerte en vida, pero tuve la alegría de entrar en contacto contigo cuando tus restos fueron trasladados del cementerio a la cripta.

Te he visto. Se ha conservado muy bien. Estabas acostado, tranquilo, abierto a todas las miradas. Te he tocado. Pude levantar tus dedos unidos para rezar. Eran flexibles como todo tu cuerpo. Me fascinaron sus labios ligeramente entreabiertos. ¿Querían sonreír? Más bien, susurraban con la misma convicción: «Hija mía, ¿eres siempre fiel a la llamada que has recibido? ¿Calma, sumisión, dulzura, generosidad, sencillez, humildad, paciencia, tu corazón arde de amor por Jesús el Salvador? ¡Qué feliz y tranquilo es el corazón unido a Dios! «

Sí, he entendido bien tus palabras, susurradas en silencio. Sí, Padre, quiero ser todo para Dios, pero tú conoces mi debilidad, mi vulnerabilidad, así que, mi buen Padre, cuento contigo para mantenerme despierto. Pide al Espíritu Santo que me guíe, que me anime. 

Gracias, mi buen Padre, por estar tan cerca de todas tus hijas. Gracias por todas las cartas llenas de ánimo y cariño que les habéis dado. Siempre son una fuente de alegría y buenos consejos.

Hasta pronto.  …………. Estoy deseando verle de nuevo.

Su afectuosa y agradecida hija. 

Marie-Jean Barthèsj, RSCM

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