Caminando con Gailhac
«Dios cuida lo que le pertenece».
Querido Padre
Que mis palabras lleguen a ti como una forma de gratitud por todas las experiencias que he tenido a lo largo de mi camino de vida vocacional. Tú sabes todo lo que pasa en el corazón de esta hija tuya. A veces pienso que ya estás cansado de escuchar tantas súplicas y peticiones, pero cada día estoy más segura de tu cuidado y paciencia de padre conmigo.
Esta carta es para recordar los días que pasé en Béziers y rememorar la experiencia más significativa de todo mi camino como RSCM. Fue un tiempo intenso que me conmovió tan profundamente que me faltan las palabras para describirlo. A veces me cuesta creer que todo fuera real y la única certeza es que realmente necesitaba vivir ese momento. Fue un sueño tan hermoso que ¡ojalá hubiera podido vivirlo durante más tiempo!
Comencé mi escrito con este pensamiento «Dios cuida de lo que le pertenece», ahora algo modificado de su significado original («Dios cuidará de lo que le pertenece» – GS/5/VII//72/A*) para decir que me acompañó durante nuestra estancia en Béziers. Para llegar a la profundidad de estas palabras tuve que pasar por unos días de desolación antes de poder afirmar, en efecto, lo que me provocan y cómo me inspiran en los tiempos actuales. El tiempo que pasamos en la «tierra santa», en la cuna donde todo empezó, y poder estar cerca de su corazón, fue un tiempo de zambullida en la inspiración fundacional, «Que todos tengan vida», que me aportó energía, motivación y grandes propósitos vitales, sobre todo en mi vida personal. Ir a Béziers me aportó un nuevo impulso, un mayor amor por nuestra historia y un fuerte deseo de profundizar en nuestras fuentes y nuestra misión.
Uno de los días más notables para mí fue la experiencia vivida el último día del año 2022, cuando fuimos en peregrinación, caminando por los mismos senderos por donde pasasteis, por el «suelo sagrado» de vuestras huellas. En cada lugar por el que pasamos pude imaginar y contemplar tu presencia y nuestra historia en cada espacio. Mentiría, sin embargo, si no hablara de la tristeza y el vacío al comprobar que algunos espacios preciosos ya no nos pertenecen. Lo único que se repetía en mi cabeza era la frase «¿es el final o un nuevo comienzo?». ¿Estamos preparados para abrazar lo que se requiere de nosotros en este tiempo presente? ¿Estamos leyendo los signos de los tiempos con el corazón lleno de fe y celo?
Los momentos de silencio que me tomé en esta experiencia fueron fundamentales para tener tiempo de sentir y elaborar las preguntas interrogantes que surgían en mi corazón. Sí, creo que es muy importante cultivar el silencio en nuestra vida interior, porque nos dice mucho y nos confirma lo que muchas veces no queda claro en el ruido de la vida cotidiana.
Padre mío, puedo decir con el corazón contento que me siento cada vez más parte de nuestra historia y reafirmo lo que quedó en mi corazón después de toda la experiencia de Béziers con nuestras hermanas. Es tiempo de nuevos comienzos, un tiempo nuevo y estamos llamadas a vivir y proclamar esta novedad que se instaura entre nosotras. Somos pocas, pero grande es nuestro deseo de hacer la voluntad de Dios, inspiradas por nuestro Carisma, Misión, Espiritualidad, confiadas en el propósito de vida iniciado por ti y por nuestras seis primeras hermanas.
Pido al buen Dios, a través de usted, querido padre, que me/nos fortalezca en el camino y en el propósito de ser pueblo de Dios. Que nuestra IRSCM vuelva a crecer en número y en profetismo y que tu legado de anunciar y ser presencia de Dios allí donde la vida está amenazada, perdure hasta el final de los tiempos. Fortalece en nuestros corazones el deseo de ser fieles propagadores del Reino de Dios y, como María, mujeres «de fe y esperanza».
¡Gracias por seguir cuidando de cada una de nosotras, tus «queridas» hijas!
Daniela
Área Brasil
