Los peregrinos portugueses
26, 27 y 28 de febrero de 2022
Bernadette Mc Namara, Bon Pasteur , Béziers
Los peregrinos vinieron de los cuatro rincones de Portugal como parte de su formación como colaboradores de las RSCM en nuestras escuelas y obras sociales. Veinticuatro personas descubrieron por primera vez la Casa Madre, que ya muestra algunos signos de su futura transformación.
Pero el lugar sigue hablando y ofrece la posibilidad de conocer mejor al padre Gailhac, a la madre Saint Jean y a la primera comunidad.
Los peregrinos se unieron a los pasos de Jesús… Al acercarnos a la etapa de una transformación que nos pertuba, hemos vuelto a experimentar la fuerza del don fundacional, una fuente todavía muy audible; somos testigos de que este don sigue siendo portador de un dinamismo de vida, de una atracción capaz de poner en marcha a los peregrinos y de lanzarlos a un viaje todavía por recorrer.
Por supuesto, el mensaje pascual está más en el horizonte; ¿qué voy a decir? Este mensaje está ahí, en el corazón de nuestros días, mientras se hace visible el despojo de la casa. Pero nuestros peregrinos se inspiran en el pasado en su lectura del presente en el que viven, y se comprometen con el futuro cuando Dios les llama. Cristo continúa hoy su obra como el Padre que siempre trabaja.
Nuestros peregrinos del fin de semana, sin seducir el don del Padre Gailhac reconocido y recibido, se comprometen a llevar la llama en sus vidas y a transmitirla con zelo.
Me gustan tanto estas palabras del padre Gailhac en su carta de 1881 «…y cuando Dios llama a un sacerdote para hacerlo fundador le comunica su amor, le inunda el corazón. Este amor en él es grande porque abarca toda la obra que le encomienda, y cuando su obra tiene como único objetivo dar a conocer a Dios y hacerlo amar, Dios multiplica la comunicación de su amor en su corazón, porque sólo el amor puede hacer nacer el amor en los corazones. Ahora bien, es orden de Dios que este amor abarque ante todo a las almas que Dios le da para que le ayuden en esta obra que debe procurar la gloria de Dios haciéndolo conocer y amar…».
