Carta 3

Posted diciembre 12, 2021

Ubá, 29 de junio de 2021

Mi querido Padre Gailhac

A medida que avanzo cronológicamente en la VIDA, cada vez aprecio más una frase suya que está siempre en mi pensamiento… y que se hace más viva en mi corazón. Un día, muy inspirado, dijiste que «las cosas de Dios no envejecen»…

En mi corazón, querido Padre Gailhac, esta declaración suya tiene la fuerza de una verdadera profecía. Y me ayuda a seguir haciendo de mi corazón EL LUGAR DE LOS TESOROS… que ya no me pertenecen físicamente… se han ido… ¡pero su presencia sigue haciendo de mi corazón un VERDADERO SANTUARIO!

Sin menospreciar a los demás seres queridos -¡y gracias a Dios son muchos! – ¡hoy mi corazón está centrado en ti! Y es de esta experiencia filial mía de la que quiero hablarte.

Muchas veces en la vida, he recurrido a esta intimidad nuestra para encontrar la LUZ que necesitaba, la presencia amorosa que me deleitaba e inspiraba! el «empujón» amoroso que me indicaba el paso necesario hacia adelante! o la superación del cáncer, que sólo me hizo apreciar aún más la salud, la VIDA!

Y una de estas experiencias con usted, querido Padre Gailhac, fue la dura experiencia de acompañar a mi hermano, Mario, en la fase final de un cáncer de garganta que finalmente nos «robó»… Este querido hermano tenía la fibra de un líder y las cualidades naturales de un jefe desde una edad temprana, ya sea en el entorno familiar, en su desempeño profesional o en el círculo de amigos. Golpeado por la enfermedad, Mario experimentó los límites, la fragilidad, la impotencia, todo ello nuevo para él, sin haberse entrenado durante toda su vida. En mi corazón de hermana, temía que esto fuera superior a las FUERZAS para las que Mario no había sido entrenado… y fue entonces cuando me dirigí a ti, como Padre amoroso, en quien podía depositar toda mi confianza filial.

Y, ¿sabes? Padre Gailhac, no sólo la confianza de Mario, sino también la mía, ha crecido. Experimenté, a través de la transformación de Mario, tu fuerza, que se manifestó en uno de sus rasgos más encantadores para mí: su Humildad y Confianza en Dios! y esta fue la transformación obrada en Mario, humilde y confiado… ¡como una NUEVA CRIATURA! Cuando me veía llegar a su casa cada tarde, me recibía de buen humor diciendo: «Vamos a rezar, Rosy, la oración al padre Gailhac. Y fue en esa sencillez, sin aspavientos, que Dios fue manifestando la paz, la serenidad y la dulzura en ese hermano mío que era mandón, fuerte e insuperable…

Con voz decidida, ya me recibió en su habitación, diciendo: «Pequeña Rosy, vamos a rezar la oración al padre Gailhac». 

Y luego, cada tarde, pedíamos con toda confianza en Dios la curación de Mario, ¡por su intercesión ante Dios por él!

Puedo decirle, querido padre Gailhac, que he visto morir a mi hermano CURADO. SERENO… recorriendo HUMANAMENTE el camino a la Casa del Padre, ¡Como un niño! sin quejas, ni revueltas.

Y, antes de contarle estas «confidencias», recurrí al libro «Uma Vida Para Todos», escrito por nuestra difunta hermana Margarida Maria Gonçalves, para recordar el final de su propia vida, padre Gailhac. 

¡Qué maravillosa esta última lección de tu VIDA para todos nosotros! Imagino que su actitud ante la disminución fue un consuelo para las hermanas que tuvieron la gracia de acompañarle al final de su viaje… dejándose cuidar con docilidad y sencillez dejándoles a ellos y a todos nosotros este último legado como testamento:

«Ahora sólo espero el cielo. Ama a Dios. Esto es lo único que te acompañará en la hora final. Hacer todo por amor y nada será difícil para ti.”

Con todo el afecto filial,

Rosinha, RSCM

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