Fiesta de la Inmaculada Concepción – 8 de diciembre de 2022

8 de diciembre de 1854 en Roma……En presencia de una gran multitud, el Papa Pío IX proclamó solemnemente el decreto firme e inviolable de la concepción sin pecado de la Santísima Virgen María, celebrada como la Inmaculada Concepción. La Virgen María.

 Un personaje fantástico y monumental, aplastado bajo los títulos que se le han superpuesto a lo largo de los siglos, el lugar de todas las proyecciones. Se ha convertido en un personaje universal, constantemente adaptado, volviéndose negro en África, amarillo en Asia.

Testigo de ello es su iconografía, que varía según las culturas, las sensibilidades y las épocas. En la gruta de Lourdes, en el sur de Francia, se le aparece a Bernadette Soubirous como una «bella dama» vestida de blanco y azul, y es allí donde revela su nombre y confirma su estado: «Soy la Inmaculada Concepción».  Se trata de una gracia que le fue concedida en vista de su futura dignidad de Madre de Dios, «en previsión de los méritos de su Hijo Jesucristo, el Salvador del género humano».

Como nos recuerda el texto de Génesis 3, la humanidad se ha alejado de Dios. Los Padres de la Iglesia decían: La imagen sigue estando en nosotros, pero la semejanza ha sido negada por el pecado… desde Adán y Eva, es decir, desde el principio de los tiempos.

A María, la Nueva Eva, la acogemos en la fe como Inmaculada Concepción, abriéndonos a su desconcertante encuentro con el ángel Gabriel que nos propone la liturgia

María está perpleja. Esta es la primera actitud de María que Lucas nos revela en las páginas de su Evangelio, dándonos la asombrosa fidelidad de María a la respuesta dada al ángel. Una fidelidad sin igual, una presencia discreta desde la aldea de Nazaret hasta el pie de la Cruz. La primera palabra de María es una pregunta: «¿Cómo se hace esto? La pregunta de María es una pregunta muy humana, similar a todas las preguntas que nos hacemos y que requiere una respuesta mezclada con fe, confianza y esperanza. «¿Cómo se va a hacer esto? El «SÍ» de María a Dios a través del ángel abre la posibilidad de nuestro propio «SÍ». Nada es imposible para Dios. En esta etapa de nuestra historia personal en el Instituto del Sagrado Corazón de María, ¿estamos dispuestos a acogerlo y a dejarnos sobrecoger por la novedad del encuentro con Aquel que es, que era y que ha de venir? ¿Estamos dispuestos a seguir deseando «servir al amor de Dios por nuestro mundo»?

María, la Hermosa, que lleva a Dios y se deja llevar por su amor, nos invita a hacer lo mismo. Sólo podemos llevar a Dios, llevar a Cristo a los demás, si nosotros también nos dejamos acoger por su amor. ¿No es esto lo que el padre Gailhac recomendaba a una comunidad en su carta del 9 de septiembre de 1882: «Y decidme, ¿hay algo más hermoso, más noble, más dulce, más consolador para vosotros que trabajar para que vuestro corazón se parezca al de María?».