2 de febrero…Presentación de Jesús en el Templo…. Fiesta de la Luz ….Fiesta de la Vida Consagrada….
Thérèse-Marie POTELLE, rscm – Unidad Francia
La aventura común de la humanidad, con caminos diferentes para cada uno, es dar vida. Una de las formas posibles de dar vida, de generar vida, es la del camino en la vida religiosa. Por supuesto, no puedo pretender que la vida religiosa actual, tanto en número como en el estado de salud de sus miembros, sea la misma que cuando yo entré en el noviciado en 1973 y que todo esté bien. La presencia, la alegría y la seriedad de las 16 jóvenes profesas en formación en Béziers dan testimonio de ello recientemente. Hoy, día de la Presentación de Jesús en el Templo, es nuestra fiesta. Porque hombres y mujeres, religiosos apostólicos o contemplativos, todos nosotros, como Simeón acogiendo al Niño Jesús, luz para todas las naciones, estamos al servicio de la Iglesia y del mundo. Esta fiesta del 2 de febrero es, pues, una ocasión para recordar la especificidad de nuestra vida consagrada, para recordar que es una respuesta a la llamada a la santidad: expresa el don total de sí mismo.
No se entra en la vida religiosa por no tener nada mejor; no se decide entrar en una familia religiosa como cuando se decide empezar a entrenar para correr. Uno no deja la casa de sus padres, su país, su cultura simplemente por mudarse. Si nos comprometemos a seguir el camino de la vida religiosa, es porque la pregunta de Jesús a Pedro tocó una vez nuestro corazón: «¿Me amas? ¿Me amas más que éstos? Entonces sígueme».
Nos llama a seguir el camino de vida elegido por Jesucristo de pobreza, obediencia, castidad para significar que ni las posesiones, ni el poder, ni el amor pueden tener su propio fin en sí mismos.
Es la voluntad de vivir una verdadera fraternidad según los valores del Evangelio en el mundo actual, marcado por divisiones y conflictos sin precedentes.
Comprometidos en la construcción del reino de Dios, en colaboración creciente con muchos socios, teniendo en cuenta nuestros recursos y utilizando todas las redes a nuestra disposición que la vida religiosa trata de vivir y hacer vivir la fe, la esperanza y la caridad. Porque quiere ser cada vez más una respuesta posible a la búsqueda de sentido de la vida humana, imploremos al Espíritu Santo, en esta fiesta, que nos acompañe cada vez más intensamente para que, allí donde estemos plantados, sigamos siendo una fuerza de desafío, porque somos un camino hacia la felicidad, una felicidad cuyo secreto está contenido en el canto de las Bienaventuranzas. ¡Feliz y santa fiesta!
