El 2 de Febrero, fiesta de la Presentación del Señor, es en nuestra Iglesia un día especial de oración por las mujeres y los hombres consagrados. El Papa Juan Pablo II instituyó la Jornada Mundial de la Vida Consagrada hace más de 20 años, en 1997. La elección del día fue intencionada: esta fiesta es también conocida como el Día de las Velas; el día en que se bendicen las velas que simbolizan a Cristo, que es la luz del mundo. Así también, los hombres y mujeres consagrados están llamados a ser un reflejo de la luz de Jesucristo para todos los pueblos.
Ese mismo día, el 2 de febrero de 1809, nació en Murviel, en el sur de Francia, Apollonie Cure, que en religión pasó a llamarse Mère Saint-Jean y fue la primera superiora general del Instituto de Religiosas del Sagrado Corazón de María. Las cartas que escribió muestran que ponía su fuerza en la oración, en el constante recurso a María, en el consuelo experimentado en la Eucaristía diaria, en la íntima y abundante alegría que a menudo inundaba su espíritu, en la fe de que cumplía la voluntad de Dios. La Madre Saint Jean fue una mujer llena de coraje y ternura, una mujer que se entregó – como una madre amorosa – a las niñas abandonadas y a los huérfanas, a las mujeres en prostitución, a las jóvenes que estudiaban, a sus Hermanas en el camino, al Pe. Jean Gailhac. Su valor, su compasión y su ternura hicieron de M. Saint-Jean una gran mujer. Incluso en nuestro tiempo y en el mundo de hoy, estas cualidades de coraje, compasión y ternura siguen siendo esenciales para nosotras las RSCM y para todos aquellos y aquellas que, en todo el mundo, trabajan para promover y dar Vida.