Carta 13

Posted mayo 13, 2022

Coimbra, Mayo 2022

Querido Padre Jean Gailhac

En 1890, concluiste tu viaje por la vida terrenal, disfrutando ahora de la plenitud de la Vida en Dios. Todo para ti es LUZ, BELLEZA y AMOR. A veces me pregunto cómo será mirar y seguir, desde el corazón de la Trinidad, el Instituto de las Hermanas del Sagrado Corazón de María que fundó en 1849 para ayudarle a realizar su gran sueño en la tierra: «Conocer a Dios y hacerlo conocer, amar a Dios y hacerlo amar, anunciar que Jesucristo ha venido para que todos tengan vida» (Cf. Const. 7). ¿Lo ves como un relato vivo de la Buena Nueva de la encarnación, muerte y resurrección del Verbo en esta tierra?

Cuando recuerdo aspectos de su historia en este mundo y releo sus cartas oportunas y adecuadas a la realidad viva de las hermanas y de las comunidades de las RSCM a las que se dirigía, me cautiva el fuego interior que le movía, la fe inquebrantable que le hacía cruzar montañas, el amor sin límites con el que abrazaba la misión a la que estaba llamado y el cuidado por infundir el mismo espíritu en el corazón de cada religioso.

Teniendo a Jesús como único modelo, practicó lo que decía, dando credibilidad a su entrega total a Dios y al servicio de sus hermanos más débiles; afrontó los momentos buenos y los no tan buenos, manteniendo la mente en lo esencial: la voluntad de Dios que trataba de escuchar en la oración y en la realidad circundante; animó a las Hermanas a centrar su vida en el corazón de Jesús y de María, porque allí encontrarían la unidad, el aliento y una forma adecuada de vivir las relaciones humildes con los demás: sencillez, compasión, misericordia, cercanía, gratuidad, justicia, paz…   

Se lo agradezco, porque ha visto muy lejos, dejándonos la atractiva percepción de que el sueño está siempre más allá del soñador, no sólo como algo que hay que lograr, sino también como una energía estimulante en el viaje. Como lo fue para él mismo, también puede serlo para aquellos que abrazan un camino de vida similar. En una de sus cartas dice: «No hay descanso en el camino de Dios. Dejar de hacerlo sería perderlo todo». Me gusta mucho esta idea de fidelidad permanente a las llamadas de Dios en el camino de la vida.  

Hoy, somos nosotros -RSCM- quienes intentamos acoger y dar a conocer el legado que nos dejó. El sueño continúa. 

En este mundo globalizado, en continuo cambio, volcado hacia la tecnología, hacia el poder, hacia la riqueza de unos… y la extrema pobreza de otros, es urgente que mostremos la acción de Dios a tiempo, aceptando el reto de ampliar nuestro carisma siempre presente, de colaborar con otros, de ser nuevos, de ser creativos, de simplificar las estructuras, de fortalecer la fraternidad y la solidaridad, de respetar toda la creación, de cuidar a los más pobres y frágiles. 

Estoy seguro de que estás con nosotros y bendice nuestros pasos. 

Con afecto y gratitud,

Maria Antonia, RSCM

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