Por Kerry Weber, director ejecutivo de la revista America
Jesucristo, tú viajaste por ciudades y aldeas “curando toda enfermedad y toda dolencia”. A tus órdenes, los enfermos quedaban sanados. Ven en nuestra ayuda ahora, en medio de la difusión global de coronavirus, para que podamos experimentar tu amor sanador.
Sana a los que están enfermos por causa del virus. Haz que recobren su fuerza y salud a través de ayudas médicas de calidad.
Sánanos de nuestro miedo, que impide a las naciones trabajar juntas y a los vecinos ayudarse mutuamente.
Cúranos de nuestro orgullo, que nos puede hacer reivindicar que somos invulnerables ante una enfermedad que no conoce fronteras.
Jesucristo, sanador de todos, quédate a nuestro lado en este tiempo de incertidumbre y tristeza.
Quédate con los que han muerto a causa del virus. Haz que descansen contigo en tu paz eterna.
Acompaña a las familias de los que están enfermos o que han muerto. Y mientras viven el dolor y el duelo, defiéndelos de la enfermedad y de la desesperación. Haz que conozcan tu paz.
Ilumina a los médicos, los/las enfermeras, investigadores y a todos los profesionales de la medicina que buscan sanar y ayudar a los afectados y que se ponen en riesgo en el proceso. Haz que conozcan tu protección y paz.
Quédate con los líderes de todas las naciones. Dales previsión para que actúen con caridad y verdadero interés por el bien de la gente a la que han sido llamado a servir. Dales sabiduría para investigar soluciones a largo plazo que ayuden a preparar o prevenir futuros brotes de enfermedades. Que conozcan tu paz, mientras trabajamos juntos para alcanzar todo esto en la tierra.
Tanto si estamos en nuestra propia tierra como en el extranjero, rodeados de muchos o de pocos que sufren de esta enfermedad, Jesucristo, quédate con nosotros, mientras resistimos, lloramos, persistimos y nos preparamos. En lugar de nuestra ansiedad, danos tu paz.
Jesucristo, sánanos.
(translation: Daniella Persia)